miércoles, agosto 02, 2006

The Score Man

Como confesé en algún comentario por allí, por alguna casualidad del destino pude entrar en la Universidad Central de Venezuela para estudiar ingeniería, mis notas de bachillerato no eran precisamente las mejores, pero al parecer los cursos de preparación que tuve para el examen de admisión funcionaron y lo logré. Estamos hablando del año 1968.

Era la época de las inauguraciones violentas para los “nuevos”, realmente eran sádicas, el primer día de clases era para los nuevos el día del pelo rapado la piel y la ropa pintadas las bromas pesadas los chapuzones en las piscinas, por todos lados el grito de “Nueeeevooo” resonaba. Pero después de ese día la cosa era otra. Me enamoré de los estudios, tuve suerte con los profesores de análisis matemático, geometría descriptiva, etc. eran duros, exigentes pero explicaban muy bien. Pasó un semestre y medio hasta que llegó el desastre, los problemas políticos, la “Renovación académica”, el comunismo hizo que la universidad fuera cerrada por el presidente de turno, el Sr. Caldera.

EL hecho es que comencé una vacaciones forzadas que en realidad fueron muy divertidas, yo decía que algún día abrirían de nuevo la universidad y seguiría con los estudios, pero como que a papá no le gustaba mucho la idea de mi vagancia. Creo que algo muy dentro de el sabía que si no me ponía a estudiar una carrera rápido, tal vez no me vería graduado.

Un día me dijo: Carlos vamos a dar una vueltita. Era muy común eso a dar una vueltita, agarraba su flamante LTD azul y a pasear a cualquier lado, por algún motivo, siempre terminábamos en la “Crema Paraíso” de las Mercedes comiendo un perro caliente con salsa alemana, una merengada de chocolate y el su babana split o peach melba. Pero ese día fuimos a pasear a Sartenejas, bastante lejos de Caracas, no existía la autopista y el túnel de la Trinidad, fuimos por la montaña. Me mostró los pilares de los que nunca fue una plaza de toros, me mostró una casa colonial y una larga cola de jóvenes, un poco más jóvenes que yo. Entonces me dijo, métete en esa cola, aquí tienes unos papeles que mostrar.

Resulta que esa cola era para el examen de admisión para una nueva universidad, Era la universidad de Caracas (que luego por problemas legales se llamó Universidad Simón Bolívar).

Al parecer yo como que era bueno para eso de los exámenes de admisión y al poco tiempo estaba estrenando pupitres, salones laboratorios edificios, calles y jardines de lo que es hoy la universidad mas prestigiosa del país.

Mi primer año fue casi de vagancia total, no existía equivalencia entre la Central y la USB y casi todas las materias ya las habían cursado, no me dediqué mucho a estudiar y fue un año que nunca olvidaré. Ese año se armó en cuarteto de locos con Juan, Enrique, Pepe y Carlos, todos alrededor de un libro de edición barata en inglés llamado The Score Man, con las técnicas para tener éxito “levantando jevas” Carlos y Pepe con guitarra en mano, Erique con su cámara fotográfica Nikon y su Dodge Dart Blanco, Carlos con su Ford Falcon Rojo con tremendo reproductor SONY, Juan experto en las canciones de de Serrat.

Sesiones de lectura y sesiones de práctica, en la playa, en los restaurantes, en los cafés, en el Centro Comercial Chacaito. Fuera de las paredes de la universidad en los años donde las muchachas se paraban en las asceras y pedían “Colita” (aventón para los que no son de aquí), donde el amor y el sexo eran cosas distintas, éramos unos locos de carretera que en verdad nos divertimos muchísimo.

Este relato viene porque hoy escuchando el programa de Kiko (locutor de radio al mediodía, periodista y muy cómico), el estaba hablando de las colecciones con la artista cómica Tania Saravia, verdaderamente divertida y que a pesar de su edad sigue haciendo reír. Comentaba que debe ser muy divertido coleccionar mujeres y empezar a comparar como las barajitas de baseball o fútbol, “La gritona”, la tengo… “La llorona”, la tengo… “La deportiva”, la tengo…, “La casada zángana”, la tengo. “La yo no fui”, la tengo… En realidad de eso se trataba Score Man: coleccionar chicas y asignar puntos, una sonrisa un punto, tocar dos puntos, besar 5 puntos, tocar ciertas cosas mas puntos, la cama muchos mas puntos. Luego una clasificación de estereotipos para lograr clasificar a la chica rápidamente.

Eran tiempos diferentes y modos de pensar diferentes, pero creo que a algunos hombres y mujeres les convendría leer ese libro (no recuerdo el autor y he tratado de buscarlo en la red, pero no he tenido suerte). Estoy seguro que muchos fueran mas felices si dejaran atrás la frustración de no conseguir pareja o terminaran con esa tortura de estar solos.

Una frase que recuerdo del libro era algo así: El primer paso para tener éxito con una mujer es hacerla reír en los primeros 30 segundos de conocerla…

Amigos y amigas solitarias, mi recomendación es que se desinhiban, no tengan miedo de hablar, mirar sonreírle a un desconocido/a, ¡a lo mejor ese puede ser el amor de su vida! Pero si no lo buscas, no lo vas a encontrar.

De esos tiempos me queda la amistad de mi hermano y compadre Juan, mi mejor y tal vez el único amigo de verdad que tengo.

8 comentarios:

Protheus dijo...

una vez más me regalas una historia suculenta, que me recuerda algunas mías, por allí, por la universidad.
Saludos.

stelle dijo...

Me encantan estos posts de historias, vivencias de juventud y con manual de referencia incluido.

Saludos

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Gracias por volverme a traer aquella Venezuela bonita. Tener una charla con Usted debe ser nutritiva e igual de interesante.

Todo lo mejor para ti, siempre.

PS: Si yo contara de mis historias!!!

Anónimo dijo...

Hermano
Este post me hace acordar antiguas diferencias.
Lo que no aprobaba antes en esa actitud chauvinista lo sigo desaprobando hoy.
Sin embargo estoy de acuerdo con que hay que dishinibirse y disfrutar de la vida, pero los dos sexos en igual medida.
Your Brother

Carlos dijo...

Hermano

Menos mal que son ya antiguas.

Precisamente de eso hablo al final del post, son muchos los hombres y mujeres que hoy en día sufren de soledad crónica por inhibición absurda. de verdad que muchas veces una mirada, una sonrisa, o un simple gesto puede cambiar la cidad de ellos y ellas.

Naky Soto Parra dijo...

Carlos querido:

¡Me he divertido un montón leyendo esta historia! (sincericidio llamaría Silmariat) Tú tan tú, ¡que nota!

¡Feliz fin de semana!

Un abrazo gigante,

EBE dijo...

Ya sabía yo que debía leer con tiempo y sin angustia este post...crema paraiso (la gloria..con los helados con lluvia de maní..aunque en el 68, año de tus pininos universitarios..yo estaba o en la barriga o recién naciendo)..me matas de la risa con ese score..seguro que conmigo hubiesen obtenido un puntaje...bajísimo (por mojigata...que vaina chico)....
Un beso
PD: En mi caso, aunque soy un poco inhibida, no tengo miedo de hablar (soy una lora), ni mirar (soy muy curiosa) y vivo pelando los dientes...
aunque algunas de mis amigas dicen que eso no es bueno porque puede ser malinterpretado.....en fin, si consigues ese libro, acepto que lo fusiles y me regales la fotocopia en mi cumpleaños (next 28 de Agosto)
PD2: El primer paso es verídico...el que me haga reir.....!!!!!!

Marian dijo...

Pues ni me imaginaba... Qué bueno que a tu papá se le ocurrió dar esa vueltica hasta la USB!

Mmm...personalidades coleccionables eh??? :P

Un gran abrazo!