domingo, septiembre 03, 2006

El que juega por necesidad...

Aunque este post habla sobre el blackjack que es el tema de mi página Viva el Blackjack, he decidido publicarlo aquí, ya que el tema principal es la problemática de juego y la ludopatía.

Tenía algunos días que no escribía, básicamente porque después de regresar de mis vacaciones en Aruba, encontré tanto trabajo acumulado que al final me dejó listo para otra ración de descanso

Este fin de semana fui a Tucacas en el estado Falcón, Venezuela, que está al frente del Parque Nacional Mochima con sus bellos callos e isletas. Como ustedes bien saben, yo soy jugador, soy feliz en un casino  jugando el blackjack. En Tucacas hay un casino, las condiciones de juego (reglas) son malas comparadas con otros sitios en Venezuela y el Caribe, pero es un lugar agradable donde se puede pasar un buen rato si se juega con mesura.

Y de la mesura se trata este post. Tenía 8 meses que no iba por esos lados y encontré que la inflación ya llego a las mesas de juego del casino Sunway, las mesas de blackjack que tenían un mínimo de Bs. 5.000 de apuesta ahora son de Bs. 10.000 con un máximo de Bs. 200.000 y el salón VIP ahora tiene cuatro mesas de apuesta mínima Bs. 25.000 y máximo Bs. 500,000 (para los que no viven por estos lados, la tasa de cambio oficial del Bolívar es de Bs. 2.150 por US Dólar).

Me gusta ir a jugar temprano en la tarde cuando apenas abren las mesas para así poder jugar solo o con muy poca gente. El sábado fui temprano y estaba una señora joven, algo rellenita, muy elegantemente vestida (extraño para un ambiente playero) y con una buena cantidad de joyas (nada de fantasía). Ella jugaba en el último puesto de la mesa y tenía una torre de fichas de Bs.100.000, yo cambié Bs.100.000 en fichas y me puse a jugar en el primer puesto con el mínimo de la mesa (10.000), subiendo y bajando la apuesta según mi sistema de juego. La señora jugaba 2 puestos colocando fichas de Bs.100.000 en cada puesto, es decir, jugaba lo que yo había comprado para sentarme en cada puesto. Le vino la racha de suerte, y ganaba y ganaba, estaba tan engolosinada con lo que estaba ganando, que comenzó a jugar Bs. 200.0000 en cada puesto, 400.000 Bolívares es casi el sueldo mínimo mensual en nuestro país. Un profesional recién graduado de la universidad, tal vez gane 800.000 a 1.200.000. La señora se creía la última gota de agua del desierto, aunque no tuviera idea de las técnicas escritas en los libros y jugaba por pura intuición, no importa lo que hacía, las decisiones de juego que tomara, buena o malas teóricamente, todo le salía bien, al cabo de una hora la señora estaba ganando Bs. 8.000.000. Yo, jugando una décima parte de lo que ella jugaba,  con todas mis técnicas y conocimientos, apenas había ganado Bs. 600.000 lo cual me hacía muy feliz, pues eran 200.000 más de lo que había perdido el día anterior.

Mas luego se sentó en la mesa un señor de origen asiático pero con acento guaro (de Barquisimeto), también ostentando mucho, cambiando una enorme cantidad de dinero, haciendo chistes con todos en la mesa, jugando todo al revés de lo que dice la teoría. Entre barajo y barajo de las cartas, corría a la ruleta a jugar. El señor también ganó mucho dinero, haciendo apuestas de 100.000 y 200.000. Los dos se pararon de la mesa, y fueron a cambiar las fichas en efectivo. Le comento a mi esposa: Mírale las caras y la sonrisa ahora, en la noche, a las tres de la mañana, me cuentas cual va a ser su cara y su estado de ánimo.

Salimos del casino, fuimos a comer, cambiarnos y refrescarnos y luego en la noche, regresamos al casino.

El sitio estaba atestado de gente, las 8 mesas de blackjack estaban llenas de jovencitos y uno que otro no tan jovencito, el alcohol, cortesía de la casa, brotaba de la frente de los jugadores y las axilas de las chicas semidesnudas (al parecer, todas con el mismo arquitecto o molde para sus bustos y traseros) cuando gritaban y saltban de alegría o rabia después que los crupiés abrían sus cartas las siliconas entraban en resoancia. Los extractores del local no se daban a basto para extraer el humo de los cigarrillos, también cortesía de la casa.

Era imposible jugar en las mesas “populares”. A las 10 de la noche, por fin abren el salón VIP.  Separado, silencioso, con “clase”, los jugadores van llegando, algunos, los de siempre, los mismos que van todos los fines de semana y las vacaciones, saludos cordiales, ¡tanto tiempo sin verlos! La diferencia la hace el hecho de que para poder sentarse en una de esas mesas, hay que comprar Bs. 1.000.000 en fichas. Pero si del lado “popular” el licor barato y los cigarrillos son gratis, aquí es cortesía de la casa el escocés de 18 años, las picadas, y las sonrisas de las anfitrionas. En una de las mesas se sentó la señora joven de la tarde y el chino guaro, también una señora ya entrada en años con un atuendo de fiesta de matrimonio con sobrero y todo. Los dealers, los gerentes, el personal, todos con una gran deferencia y cariños hacia la señora.

Yo me senté en otra mesa, donde estaban dos personas que conozco, que son asiduos del lugar. La razón por lo que siempre se ve a las mismas caras, es que la zona esta llena de condominios vacacionales, y por supuesto los que tienen apartamento, pasan los fines de semana y las vacaciones, especialmente para quienes viven en las ciudades de Valencia, Maracay y Barquisimeto. Yo debo reconocer, que mejor que tener un apartamento en la playa, es tener un amigo que te lo preste.

Uno pensaría que en esas condiciones, se pudiera encontrar otro jugador que domine las técnicas avanzadas, pero es simplemente más de lo mismo. Todos juegan sin estrategia y tomando decisiones “lógicas” que lamentablemente nada tienen que ver con la verdad estadística. Ellos juegan con mínimos de 50.000 o 100.000 en la mesa que tiene un máximo de 500.000. No saben ni creen en la estrategia básica, en los concepto de Riesgo de Ruina, o criterio de apuesta óptima, y menos de cosas de “locos” como las técnicas avanzadas de juego. Muchos son profesionales universitarios o comerciantes de mucho éxito pero todos enfermos por el juego.

Un rato mas tarde se sentaron un par de individuos, que no sabían ni siquiera hablar correctamente, no sabían ni hacer la suma de las cartas que le daban y le preguntaban todo el tiempo al crupier ¿Cuánto tengo? Algunos llevaban distintivos rojos en la frente o la mirada como dignos miembros de la nueva burguesía aparecida en Venezuela en los últimos 6 años, sin ningún respeto por el valor del dinero o de las otras personas, borrachos, fumando y apagando los cigarrillos en los ceniceros que están en frente de los que no fumamos, volcando los vasos llenos sobre la mesa de juego. Tarjetas “platinum” chequeras con conformación inmediata y apostando de a medio millón, si perdían, ¡dame un millón mas! Sacado la tarjeta o la súper chequera.

Como dije antes las condiciones de juego (reglas de la casa) no son las mejores, y uno debe salir muy contento si logra regresar a casa parejo o con una pequeña ganancia. Jugando con técnicas avanzadas hacía apuestas entre 25.000 y 250.000 en un solo puesto siendo el 80% de las apuestas hecha menores o iguales de 50.000 y apostando el máximo solos cuando las condiciones estaban dadas (creo que sucedió 5 veces en toda la noche). A las tres de la mañana, ya no había sonrisas en el lugar: La señora joven perdió los 8 millones que ganó en la tarde mas 4 millones mas, el chino guaro perdió todo lo que había ganado en la tarde mas otros 4 millones, la culpa de la perdida eran los dealers, el barajo, la forma de jugar de los otros jugadores, pero nunca su propia culpa. La señora entrada en años estaba perdiendo 25 millones cuando yo me fui y seguía apostando de medio millón en tres puestos. En la mesa donde yo estaba, todos perdieron varios millones, los conocidos, los nuevos burgueses y los paracaidistas. Ya no había sonrisas ni chistes, la señora se quitó el sombrero, el chino guaro desapareció con sus chites.

Yo estaba perdiendo Bs. 200.000 después de dos días jugando, comiendo sándwiches, gaseosas, café te y el bufete cena de la sala VIP. Pero por fin se quedo una mesa con 2 jugadores y yo me mude a esa. El juego era rápido y uno de los jugadores, un oriental, tenía bastante idea del juego. En cuestión de minutos, en una sola mano recuperé la pequeña pérdida y una utilidad razonable. Nos fuimos a dormir contentos, con el estomago lleno, olorosos a cigarrillo y dándole gracias a Dios que me dio luz para estudiar, aprender y practicar un juego que puede ser infernal y desbastador para muchos, pero que  siempre me llena de alegría y confianza.

Lo más terrible es que nadie se va enterar de la desgracia que se puede estar viviendo en los hogares de esas personas que se han enviciado con el juego. Hasta para el que tiene mucho dinero, 5 millones es mucho, pero el dinero ya no tiene ningún valor para esas personas enfermas. ¿Quien sabe si mañana o pasado se queden sin hogar o carros?. O sin marido, o esposa. Los he visto robar para y estafar para pagar deudas de juego, los he visto locos y encerrados y hasta los he visto con un tiro en la boca…

A todos los que me leen, les pido de todo corazón que si van a jugar a un casino, que lo hagan por diversión. Que utilicen dinero que saben que pueden perder, que signifique lo mismo que ir a cenar o a un bar. No se jueguen la renta, las mensualidades del colegio o el mercado. No vayan al casino a jugar por necesidad o a escapar de los problemas de casa.

¡El que juega por necesidad, pierde por obligación!